21 sept 2012

por qué hoy no tengo clases


Este segundo cuatrimestre de 2012 estoy asistiendo a un curso de Introducción a la ciencia de las religiones. Las clases son los viernes a la mañana.
Hoy es viernes 21 de septiembre; en Argentina eso significa que hoy no sólo es el día del estudiante —lo cual explica que acá no se dicten clases en algunos ámbitos–, sino que, también, es el comienzo de la primavera.
Ahora bien, no sé si ser estudiante es importante —sea lo que sea aquello que se quiere expresar con la palabra  «importante»— o si no puede serlo por ser una más entre las tantas contingencias del mundo: a mí me gusta ser estudiante y ya. Y me gusta, entre otras cosas, porque creo que si no fuese estudiante, ahora no me estaría riendo de las coincidencias (cuasi-irónicas) de que, por un lado, hoy no tengo clases de Introducción a la ciencia de las religiones porque se rinde homenaje a los restos de Sarmiento, cuyo mito escolar elemental, además, es que nunca faltó a clases; y, por el otro lado, que mi asueto coincide con los festejos del día de la primavera, es decir: con la celebración de la promesa del volver a florecer y del renacer[1]: fiesta infaltable desde que el homo sapiens le agarró la mano al ciclo de las estaciones y se dio cuenta de que se le viene la noche si alguna vez no cesa el invierno.




[1] Lo cual es una figura clave de una estructura simbólico-religiosa fundamental del hombre.

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